Un reflejo conocido
Muchas aventuras por contar y todas tan importantes que escoger una sola, se me hace un mundo. Sin embargo, más que la aventura en si, para mi lo importante son los compañeros que han llevado su paso junto al mío en dichas travesías. Más de uno merece con justa razón y derecho una narración detallada que vaya más allá de una simple mención en una casi inadvertida línea de cualquier relato.
Existe alguien que ha compartido conmigo más de una travesura cuando niños, complicados juegos de adivinación y un muy complicado código de comunicación que aún a pesar de los años que cargamos cada uno, aún usamos casi inconscientemente. Es increíble, pero más de treinta años y es la primera vez que escribo sobre él. Tan simple como mirar mi propio reflejo y lanzarme con las de mil cosas que podría decir: ¿Hablar de mi mismo? Puede sonar a eso, pero es mucho más. Tal vez la misma mirada, tal vez vez los mismos gestos, quizá la nunca estudiada y sin embargo perfecta sincronía en el pensamiento o quizá tal vez un similar gusto por las aficiones literarias, teatrales e incluso laborales.
Escribo sobre quien ha sido, es, y espero que será, un gran amigo: alguien con una fortaleza de espíritu que no se doblega fácilmente; el amigo incondicional que sé que siempre estará ahí cuando lo necesite.
No éramos muy diferentes de niños y dudo que existan muchas ahora siendo adultos. Los mismos juegos, la misma complicidad, a veces el mismo dolor, pero siempre la misma alegría. Mi alegría y suya también. Reflejo de mi mismo y yo reflejo suyo. Complicado caleidoscopio genético, juego de espejos en mi vida que hacen que en mis cada vez más difusos recuerdos de infancia no logre saber si la imagen que aparece sea soy yo o él.
José, mi hermano gemelo: tan igual y al mismo tiempo tan diferente de mi. Con una fortaleza de espíritu que no se doblega fácilmente, ha sido muchas veces –para mi y para otros tantos- el muro donde apoyarse en tiempos difíciles. Siempre con la frase correcta en el momento indicado, sabe sacar provecho al tiempo y muchas veces arrancar sonrisa en rostros velados por el dolor y la angustia.
Querido hermano: estas palabras son para ti: Te debo mucho (bueno, plata también) y estoy contento de dedicarte estas pocas líneas, que aunque simples tienen un gran significado. No sólo eres mi hermano, mi gemelo, eres también mi mejor amigo. gracias por los buenos momentos ayer, hoy y siempre. Un fuerte abrazo para tí, Cazador Arcano.
Mefisto